
Cuando decidimos seguir a Jesús estamos
dando la espalda aquello que agrada al
mundo, y muchas veces sentimos que todo está en nuestra contra, pero al mirar
hacia Dios nos damos cuenta que realmente vale la pena permanecer y ser firmes
en la decisión de estar con el Señor. Solo la persona que se entrega
de corazón a Él sabe lo maravilloso que
es estar en su presencia.
No hay que
negar que tomando este camino, vendrán aquellas tempestades en nuestra vida que
nos afligen nos abaten y nos sirve también como fortalecimiento espiritual,
para poder vencer hay que luchar no con la fuerza del brazo, sino con las armas
que el Señor nos pone a su disposición. (Efesios 6.10-20)
La mujer de Dios hace de sus debilidades
grandes fortalezas, aunque en el momento en que ella menos espera venga esa
fuerte tempestad, es allí en donde se aferra mas a Dios y continua batallando,
nada puede separarla de su amado y precioso tesoro llamado Jesús. “¿Quien nos separara de amor de Cristo? ¿Tribulación,
o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Por causa
de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas al matadero.”
(Romanos 8. 35).
Ciertamente
para muchas es más fácil desistir o tomar una decisión que puede traerle
consecuencias perjudiciales en su vida, abandonar la fe y olvidarse de todo
puede sonar sencillo pero a la verdad no lo es, cuando las cosas comienzan a
empeorar se dan cuenta de que no era la solución.
Es por eso que
la vida de la mujer de Dios es diferente a las del resto, porque ella siempre
en primer lugar recurre a buscar la solución cierta y que no falla su único y
verdadero Señor. Sabe en donde está su fe no hay necesidad de que nadie le diga
lo que debe hacer para enfrentar esa situación. No vive con la fe; sino por la
fe eso es lo que la hace verdadera y ejemplar.
Hay que saber que sin Dios no se logra
nada, el mundo ofrece cosas pasajeras y momentáneas, que solo por un rato
sacian los gustos de cada quien; pero estando con él Dios vivo y poderoso
logramos conquistar lo que muchas personas desprecian y que no se compra ni se
vende, sino se gana con la fidelidad en todo momento, es la salvación de
nuestra alma. La mujer de Dios se
preocupa por guardar su corazón y el de los demás con amor y dedicación da de
sí lo mejor en todo.
“Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia”.
Dios les de su bendición
Verónica de Ramírez
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